De como Cantinflas hizo en Su Excelencia, mejor papel que la canciller de Calderón

C. Felipe Calderón Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos

Hizo reír a los Mexicanos

Senadores de la República

Hizo que se rieran de los mexicanos
Se entiende que haya dudas razonables para el reconocimiento de un Estado y no nos vamos a detener aquí a analizar el fundamentalismo y la intolerancia de partidos políticos como Likud y Hamas; pero la abstención de México para reconocer la cultura, la educación, la ciencia y la identidad del pueblo palestino es una mancha imperdonable en la historia de la política diplomática  que nos avergüenza y nos hace expresar sin lugar a dudas que ni usted ni su secretaria de Relaciones Exteriores representan el sentir del Pueblo Mexicano.

La abstención de México al reconocimiento de Palestina en la ONU es un desacato a la voluntad de los mexicanos, que apenas hace unos años nos enorgullecíamos de que un presidente de su mismo partido, Acción Nacional hubiera tenido el valor de oponerse a la guerra en Irak.

Es un problema grave porque por analogía, si un gobierno es incapaz de representar la voluntad de su pueblo en materia de política internacional, seguro tampoco lo es en materias como la seguridad nacional o la política económica.

Es una verdad de perogrullo que el mejor antídoto contra la violencia, la muerte y el odio es el trabajo, que el mejor trabajo es el que está respaldado por el conocimiento y que este se deriva de la cultura, la ciencia y la educación que México ha pretendido negarle a Palestina.

Mejor papel hizo Cantinflas en su película de 1966, Su Excelencia, o 10 años antes en La Vuelta al Mundo en 80 días, que su secretaria particular Patricia Espinosa, que no la Secretaria de Relaciones Exteriores de México pues esta señora ni nos representa, ni nos conviene.

¿De que sirvió la abstención de México, a contracorriente de toda la del mundo civilizado que reconoció y aprobó los derechos de Palestina a la educación, la ciencia y la cultura?

El cese inmediato de la canciller y del embajador de México en la ONU, quien quiere que este sea, (desde Aguilar Zínser México no cuenta con nadie digno de memoria) sería apenas una salida decorosa a este  ridículo de proporciones planetarias.

De otra manera quedará en la historia de la diplomacia, el día que México concedió que los muros, los bloqueos, los asesinatos a sangre fría, la demolición de casas, la destrucción de olivos  y la violación de la plataforma marítima de Palestina son mejores que el apoyo a la ciencia, la cultura y la ciencia de un pueblo.

Si fuera humorismo, sería un humorismo triste, como el de Chaplin en El Gran Dictador. Si quiere que nos de risa, insisto, mejor que la Presidencia use sus tiempos oficiales para una retransmisión de Su Excelencia y todos  nos demos cuenta que hasta el ficticio embajador plenipotenciario Lupitos de la República de los Cocos tenía más sentido del honor y la decencia que los peleles que cobran de nuestros impuestos, a unos pasos de donde el Museo de la Tolerancia no recuerda la violación sistemática a los derechos humanos que hasta hoy viven a diario los niños palestinos y que ahora tendrán mejores espectativas, gracias a las UNESCO, pero no a México.

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