Netflix, productor de contenidos. House of Cards

En México es tiempo de dar la despedida a la televisión abierta. Sus noticiarios no nos dan la información que desearíamos. Sus cortes comerciales son demasiado prolongados y en los momentos más inoportunos.

La televisión comercial es una televisión para jodidos, - como definición de la intelectualidad, no de la economía- .

Si es para entretenimiento, lo mejor es ver canales del Estado, el 11 o el 22 o TV UNAM. Las nuevas aplicaciones de computación pueden permitirnos ver canales de casi todo el planeta, por ahora en teléfonos móviles, pero también en televisión. En 2012 las televisiones de Samsung traían precargado el canal en inglés de Al Jazeera.

No sería extraño que pronto las marcas ya no solo compitan por el mayor número de colores, la mejor tecnología de tercera dimensión o el mejor sonido, sino por tener convenios en exclusiva con productores de contenidos. 

Netflix por un precio inferior a los 10 dólares al mes ya no solo se conforma con ofrecer contenidos de terceros sino que está produciendo los suyos propios con excelentes directores, actores y escritores.

Que bueno porque se trata de fuentes de empleo, pero además porque nos permite conocer realidades que no son mostradas en la televisión porque podrían entrar en conflicto con los patrocinadores.

House of Cards es una de estas series de producción propia donde podemos ver por ejemplo como los políticos estadounidenses utilizan a la población palestina como arma de chantaje para escalar posiciones o eliminar adversarios enfrentándolos al poderoso fantasma del antisemitismo.

Kevin Spacey es el protagonista de esta serie que tiene dos pilares argumentales, el uso de la política y el uso del periodismo, pero no como herramienta de servicio sino para el control del poder.

En la primera temporada una de las principales sub- tramas es la que tiene que ver con la lucha entre la demagogia legislativa y la organización sindical. Con ligeras modificaciones podríamos creer que estamos ante la lucha de Televisa contra Elba Esther Gordillo para lograr un contrato del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.

Y es que igual que sucede en México, en el argumento de House of Cards puede verse que con tal de ganar un ascenso político se puede jugar con el chantaje, la mentira y la provocación, no porque a nadie le interese la nación o la calidad de la educación, sino porque para ganar el poder individual hay que romper otras estructuras de poder colectivos, y el sindicalismo es una de ellas.

La serie también nos muestra como se hace ahora periodismo. Las redacciones de los periódicos han quedado obsoletas. En las nuevas empresas de comunicación ya se hace periodismo profesional con
internet como principal herramienta de comunicación,  y no por gente sentada ante una computadora, sino en mullidos sillones en el piso. El talento y la maña son igual que siempre la base del periodismo, pero ahora el sexo parece más empleado que nunca como método para las exclusivas. 

La tecnología, que sirvió para hacer florecer la piratería, y con ello crear fuentes de ingresos que los estados han sido incapaces de producir, ahora está permitiendo la creación de un nuevo tipo de industria.

Con 99 pesos se pueden comprar si acaso tres "blu rays" o 10 "dvds"  piratas de dudosa calidad de audio y vídeo  En cambio con el mismo dinero el suscriptor de Netflix puede ver cientos de películas y documentales en excelente calidad y al mismo tiempo aportar para que los creadores tengan una regalía aunque sea mínima y además producir más contenidos.

Al termino de Life of PI, o Una Aventura Extraodinaria, los espectadores que se quedaron a ver los créditos pudieron ver una atenta peticion para no duplicar ilegalmente la cinta, ya que para lograrla se requirieron más de 600 mil horas hombre de trabajo.

Al parecer Netflix está lidereando una industria que reconoce el derecho de los creadores a tener una participación de su trabajo por más tiempo, y el de los espectadores a tener muchos contenidos de calidad sin afectar gravemente su economía.

Así el cine y la televisión se democratizan, aunque los proovedores de Internet sigan siendo propiedad de los mismos monopolios de las telecomunicaciones. Eso si, cada vez menos, porque Televisa, Televisión Azteca y Telmex verdaderamente pueden ver desmoronar sus nichos de mercado con actores como Axtel TV.

Ponemos a disposición de nuestros lectores el enlace a House of Cards, y si le apetece un postre lo que publicó Reforma acerca de la guerra de telecomunicaciones. Verdaderamente un fragmento de la historia por venir en materia de información, comunicación y entretenimiento. Que sea para bien


http://movies.netflix.com/WiMovie/House_of_Cards/70178217?trkid=2361637


¡SHHH! ¿Escuchan ese ruido a lo lejos? Son los tambores de guerra de los concesionarios de radio, televisión y telefonía ante la inminente llegada de la reforma en telecomunicaciones.

TAL Y COMO lo prometió desde el primer día de su gobierno, Enrique Peña Nieto ya tiene lista la esperada iniciativa que, supuestamente, abrirá ese mercado a la competencia.

SE SABE que en Los Pinos quieren presentarla con una estrategia similar a la utilizada con la reforma educativa.

ES DECIR: la firma el Presidente flanqueado por los líderes de los partidos políticos, como una reafirmación del compromiso de todos dentro del Pacto por México.

INCLUSIVE, se está planteando que una vez presentada por el Ejecutivo ante el Congreso, las bancadas del PRI, el PAN y el PRD la hagan suya y la suban -de manera conjunta- a la tribuna.

LO ÚNICO que falta por decidir es si se enviará a la Cámara de Diputados o al Senado. Tal vez eso dependerá del peso y el poder de las telebancadas en ambos recintos.

DE LO QUE no hay duda es de que la iniciativa será objeto de una fuerte ofensiva por parte de quienes verán amenazado su imperio.

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