House of Cards – La política más allá de Frank Underwood



Publicado originalmente en jackalope.com.mx



Seguramente los seguidores de la popular serie de Netflix, House Of Cards, hemos seguido con atención la inescrupulosas acciones del protagonista Frank Underwood en su camino a la cumbre del poder político estadounidense. Algunos, los màs clavados, consideran que expresiones cuturales como los seriales, son elementos de propaganda cultural expansionista del imperialismo yankee, pero independientemente de nuestros posicionamientos ideológicos, en esta serie se muestran varios aspectos culturales reales que vale la pena conocer.
Aunque la creencia suele ser que sólo existen dos partidos polìticos en Estados Unidos, Democratas y Rublicanos, la realidad es que existen muchos mas; algunos inclusive llevan entre sus nombres las palabras “comunista” o “socialista”, y aunque esencialmente la mayoría de la población estadounidense es conservadora y casi todas sus expresiones polìticas dominantes son de derecha, el radicalismo y fundamentalismo de algunos sectores de derecha pueden hacer lucir como progresista al gobierno de Barak Obama.
Pero para retomar el punto inicial y sin ningón ánimo de arruinarles la serie, me gustaría mencionar algunos aspectos bàsicos del Tea Party porque quizá no sólo entendamos el interés de Frank Underwood por no entrar en una confrontación directa con esta expresión política, quizá también entendamos por qué en fechas recientes se vuelven populares las posturas ideológicas afines directa o indirectamente a la derecha y al capitalismo.
El Tea Party se define como un movimiento político que busca la reducción del estado a su mínima expresión; se asumen a sí mismos como “antielitistas”, y aunque suele asociarse como un movimiento de extrema derecha, entre sus integrantes existen democratas y republicanos. Sus pretenciones políticas se pueden definir como conservadoras y para manifestar su posicionamiento, recurren mayoritariamente a las redes sociales web 2.0, en particular Facebook y Twitter.
Si bien los gobiernos totalitarios no suelen ser muy populares, sobre todo entre los jóvenes, y los movimientos políticos de derecha tienden a ser gobiernos contrarios a las libertades individuales -pero no a las económicas- es inegable que discursos como la reducción de impuestos, reducir la representatividad parlamentaria (el número de diputados), realizar reformas en sectores estratégicos como la electricidad y las comunicaciones, limitar el tope de gasto gubernamental en programas sociales que suelen ser utilizados como ganchos electorales, además de la fiscalización y supervisión por parte de particulares completamente ajenos a la clase política, suenan a discursos sumamente atractivos en tiempos donde la clase política de retórica, demagoga y populista tradicional, ha fallado y defraudado una y otra vez. Quizá en el futuro la “neo-derecha” termine por imponerse, pero antes de casarnos con alguna ideología política, conozcamos nuestros contextos, nuestros antecedentes históricos y tomemos decisiones de la manera más informada posible… y esperando las nuevas historias de la excelente House Of Cards.

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