Mad Men, Sexta Temporada: La Soledad de los creativos

Por Ramsés Ancira

El enorme busto de Christina Hendriks (Joan Harris, varias veces clasificada como una de las mujeres más sexis del mundo) es sin duda uno de las razones que nos mantienen como hipnotizados en cada uno de los capítulos de Mad Men, pero no es la única, para quienes nos dedicamos a la comunicación seguir el proceso creativo de quienes literalmente metieron a la historia algunas de las principales marcas comerciales y para las mujeres la galanura de hombres de distintas edades, hacen de la serie una de las más atractivas de la televisión en estos inicios del Siglo XXI.


Pero hay muchas cosas más que nos atrapan en esta serie de locos rabiosos que son los publicistas, si nos atenemos a una traducción de Mad Men, una de ellas es la transformación de Don Drapper (Jon Hamm) de huérfano creado en  burdel a un elegante, sofisticado, engominado y aparentemente auto suficiente empresario que; sin embargo, no puede borrar de su mente un pasado de miseria, aunque haya sido aparentemente exitoso para ocultarlo no solo a sus colegas, sino a sus seres más queridos.

Don Drapper representa a una especie poco valorada aunque antiguamente  bien pagada en la sociedad, la de los creativos, y en Mad Men no es el único que lo sufre, prácticamente todos los personajes masculinos son divorciados y los femeninos o son madres solteras,  Joan  Harris,  o incapaces de encontrar  una pareja duradera Peggi Olson (Elisabeth Moss) En particular ellas, en una época, los sesentas, que marca la liberación femenina.

La sexta temporada de Mad Men, con 12 capítulos, disponible para verse en dos o tres sentadas en Netflix va a a tener como telón de fondo el asesinato de Martin Luther King, el de Robert Kennedy y las golpizas a los jóvenes que se oponían a la estupidez de la guerra de Vietnam.

A pesar de que se mencionan muchas marcas, no se hace apología de ellas: algunos  industriales del automóvil de Detroit no dejan de ser unos palurdos y no se puede soslayar que General Motors es uno de los contratistas beneficiados con la guerra por el gobierno de los Estados Unidos.

Junto con el glamour inherente a la publicidad, vemos en el personaje protagonista que Estados Unidos es uno de los países con mayor desigualdad social del planeta, no solo por su extensa geografía, sino por la vida polarizada en Nueva York, con un Bronks en proceso de convertirse en un barrio elegante, pero que mientras tanto trae muchos problemas a los colonizadores de la clase media.

De diversas maneras, prácticamente todos los personajes ejecutivos de la serie, están inmensamente solos, incomprendidos por sus esposas, desesperados por encajar en un ambiente de simulaciones en el que algunos se hacen pasar por creativos certificados, cuando toda su experiencia se limita a ser mayordomos de familias de prosapia  como Bob Benson (James Wolk)

Mad Men, en su sexta temporada, también trata extensamente de los problemas de incomunicación con los hijos. No,  no importa cuanto techo, comida y escuelas particulares les pongan los personajes de Don Drapper, Pete Campbell o  Roger Sterling, nada sustituirá su presencia.

La sexta temporada de Mad Men, vale mucho la pena por su contexto social e histórico y parece que la séptima se va a poner mejor, cuando los genios de la publicidad se asocien con los creativos de Hollywood. Si ve varios capítulos de un tirón, como puede hacerse en Netflix, es una terapia garantizada para olvidar por un rato los problemas reales e involucrarse con los ¿ficticios?

Felicidades al creador Matthew Weiner y a la compañía American Movie Classics por su invención que ha dado tanta calidad a la televisión abierta (En México los capítulos pueden verse en canal 11)

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