Una Sota y un Caballo


Por Ramsés Ancira

La copia que tiene Netflix es mala, pero ver la última película de la pareja de actores de comedia Rafael Baledón y Lilia Michel, así como del  famoso actor radiofónico Pedro de Aguillón y conocer como galán el prometedor inicio de Fernando de la Mora, quien contra todos sus predecesores encontró más fama como cantante de ópera, son curiosidades que hacen de Una Sota y un Caballo (Rancho Avándaro) una cinta notable.

Si mi vida y Había una vez un Marido, fueron películas de los primeros años 50s del Siglo XX, donde Rafael Baledón y Lilia Michel mostraron una química para la comedia, que debió ser tan fuerte como en la vida real pues permanecieron casados hasta la muerte de él, en mayo de 1994.

Una de las características de esas comedias era su relación con el deporte y con alguna fórmula que daba poderes extraodinarios a quien la consumía. Baledón era muy convincente en su papel de maestro porque esa fue su primera carrera cuando no pudo estudiar para doctor, por problemas económicos, y la tabasqueña Michel tenía mucha gracia para hacerse la boba, si es que esto fuera posible en las bravías mujeres del sur mexicano. 

El Fernando de la Mora que mejor conocemos en México


El ínsólito caso de un cantante galán que no tuvo carrera en el cine

La fórmula se repitió de alguna manera en esta cinta de  1982 con la diferencia de que esta vez el papel de dama boba lo interpretó la bella jovencita Victoria Ruffo y el galán fue De la Mora con un guión dirigido por el propio autor, el mismo Rafael Baledón.

La historia es sencilla y una de las últimas que se realizaron en el Siglo XX con el género de comedia rural, quizá porque después de Carlos Salinas ya no hubo casi ninguna felicidad en el campo mexicano con el  creciente dominio del narcopoder y el uso de las drogas para financiar las operaciones extranjeras de la CIA. 

La Sota, era Victoria Ruffo, muy parecida a la carta de la baraja española que lleva ese nombre, y el Caballo un sorprendente equino que al ganar la carrera, arruinaba la fiesta al dueño del Rancho Avandaro.

Dentro de la bobada, la película tenía sus momentos serios, como la negativa del dueño del rancho a vivir en la capital una vida ociosa, lo que también perjudicaba a su hija quinceañera quien ni estudiaba ni encontraba un galán adecuado.

Mientras tanto a la señora, interpretada por Lilia Michel, no le quedaba más remedio que intentar encajar en la burguesía provinciana, desentendiéndose de la hija cuyo unico contacto con el mundo real era la nana.

Quizá fueron las  casi todas olvidables canciones cantadas por Fernando de la Mora las que le no permitieron convertirse en una estrella del cine; pero también hay que ver que fue una temporada de franco declive para las cintas mexicanas que cada vez se hacían más amargadas.

Así fue como Fernando de la Mora NO se convirtió en el sucesor de Pedro Infante, sin faltarle ni voz ni simpatía, y como Rafael Baledón y Lilia Michel terminaron en 1981, con un género de comedia mexicana que iniciaron 30 años antes.


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