El gran pequeño. Little Boy

Emilio Azcárraga Jean, principal accionista de Televisa, es el productor de El Gran Pequeño, película mexicana completamente hollywoodense. Dirige el tampiqueño Alejandro Monteverde con un guión de José Portillo, pero la ambientación está totalmente basada en la obra de Norman Rockwell, un pintor de la vida costumbrista de Estados Unidos, sobre todo en la época de la II Guerra Mundial.

A pesar del dinero mexicano la totalidad del reparto estelar es gringa: Emily Watson, quien repite el papel de madre sufrida que ya había hecho en Caballo de Guerra, Ben Chaplin, como el héroe de las películas de episodios, e historietas Ben Eagle; y Jakob Salvati, el "pequeño" que interpreta a un niño de ocho años forzado a convivir con niños más altos y abusivos.

No faltaran los críticos serios que consideren que la historia se pasa de cursi porque parece un cuento de hadas sin personajes fantásticos sino, por el contrario, muy realistas, uno de estos, la propia bomba atómica, a la que se puso precisamente el apodo de "Little boy" en  rasgo de enorme cinismo del belicismo estadunidense que, sólo por ensayar, violó   normas de  guerra, atacando a las poblaciones civiles de Hiroshima y Nagasaki. Claro que los nazis también bombardearon Inglaterra y antes Guernica, pero esa es otra historia y otros bestias.

A pesar de esa similitud entre el apodo de la mortífera bomba y el inocente personaje central de esta historia, hay que reconocerle un candor encantador, incluso similar al de otra película que se estrenó simultáneamente en México The Age of Adaline o Secreto de Adaline en español. En esta última las explicaciones seudo científicas para explicar porque la protagonista no envejece, son tan ingeniosas como las obras piadosas que tiene que realizar el pequeño niño para que la fe mueva montañas.

El racismo estadounidense es una de las subtramas. No es nuevo, ya se ha relatado en películas sobre la Segunda Guerra Mundial y otras como Gran Torino, de Clint Eastwood. Lo que si es novedoso es que esta vez los mexicanos no aborden el tema del racismo a los mexicanos, sino a los japoneses.

Un mexicanismo muy humorístico es que el nombre de dos personajes sea el de Takeshi y Koyi, alusión a la serie Señorita Cometa que muchos espectadores reconocimos.

Si de fantasía desbordada se trata es más loable esta película que Los Vengadores en la Era de Ultron, por lo menos el guión supera en calidad a los efectos especiales y hay una historia en la cual engancharse; mucho más atrayente que 45 minutos de golpes y estallidos, como se ha vuelto moda en este segundo y tercer lustro del Siglo XXI . Little Boy es tan hollywoodense como esas, pero tiene más sentido y seguramente sensibiliza más a los espectadores, deja un mensaje positivo, es una de esas historias que cambian historias y ese es también un don del cine que no está demás apreciar.

De hecho lo hace mucha gente. En la función que presenciamos en el Cinépolis de Plaza Universidad el 90 por ciento del público estaba integrado por jóvenes adultos y la mayoría lucía encantada al fin de la proyección. Si ellos estaban felices, ¿quien es un reseñador de películas para atreverse a contradecirlos?

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Quiénes son los clientes de la industria del cine?

Una Última y nos Vamos

Las películas de Juan Gabriel