Juego de Tronos. Game of Thrones ¿Tiene secretos su éxito?


Ramsés Ancira

Diario de un espectador


Para empezar, el cambio de modelo.

Hace ya algunos años que para producir programas de televisión no se necesita de patrocinadores comerciales. Con su pago, los televidentes deciden qué quieren ver, cuándo lo quieren ver y no permiten que les  censuren si hay desnudos, violencia extrema, coitos heterosexuales, homosexuales o fantasías extremas, incluyendo dragones, caminantes blancos (zombis) y transmigración de almas a distintos cuerpos.

Ya no hay intermediarios entre el espectador y el productor: ni para venderle lo que no desea comprar, ni para disponer de su tiempo para algo que no desea ver, ni gobierno o liga de la decencia que decida si el espectáculo es o no apto para su consumo.

Juego de Tronos es una versión novelada y fotografiada de la traducción más malvada de la palabra Maquiavélico, donde para ser respetado se debe ser amado y temido, pero preferentemente esto último. Traduce un poco de las versiones que sobre La República dio Platón al mencionar sistemas de gobierno como la Monarquía, la Oligarquía, la Tiranía y la Timocracia. Como Hobbes en  Leviatán, también hace una amplia exposición del papel de la religión, la magia y la superchería en el comportamiento humano.

Están también los grandes problemas filosóficos históricos: el incesto, bien o mal visto según la época y la geografía; el amor y el odio filial, lo inevitable de la muerte.

Durante muchos años, en las películas, el mal siempre tenía pronto castigo, en Juego de Tronos pueden pasar años y los malvados siguen haciendo las peores crueldades, mientras que los buenos mueren uno tras otro. Si acaso hay un patrón a lo largo de los primeros cinco años de las primeras cinco temporadas, es el castigo para los maltratadores de niños. Ese generalmente se presenta pronto y expedito.

No es un secreto, pero si una razón existe para él éxito, es que los productores no han escatimado gastos para filmar en  Croacia, España, Irlanda, Islandia, Marruecos y Malta. Seis países reales para 7 reinos imaginarios.

Las historias, pueden transcurrir años sin que se crucen, y son tantos los personajes protagónicos, más de 70, que se mantiene el interés por ver lo que sigue, aunque en momentos puede resultar asfixiante presenciar tanta miseria humana.

Aún así hay algo que también nos mantiene cautivos, y es que los personajes no son maniqueos, salvo un par de excepciones. Los más malos siempre tienen alguna justificación para portarse como se portan, la familia, generalmente. Ya dependerá  de cada espectador si les compra o no su inocencia. Eso es lo bueno de la serie, cada quien lo interpreta como quiere.

El éxito de Juego de Tronos se puede medir por las parodias que se le han hecho, lo mismo en Los Simpsons que en Plaza Sésamo, pero sobre todo por la calificación de 9.5 que le han concedido en promedio los seguidores de Internet Movies data Base

También por la cantidad de estrellas, muchas de ellas provenientes de compañías de teatro clásico, que no han tenido temor en mostrarse vestidas o desnudas (en opinión del autor de esta reseña la mayoría debe sentir orgullo, más que pena,  por lucir sus cuerpos a diversas edades) y por la cantidad de premios y nominaciones

Si líneas arriba hablábamos de 70 actores en roles protagónicos, es porque hay más de 700 personajes que fueron dirigidos por 18 directores en cinco temporadas. Si transcribiéramos además la lista de maquillistas, escenógrafos, entrenadores de esgrima, coreógrafos, personas encargadas de cuidar a los animales, 30 productores, 15 fotógrafos y y seis directores de edición, necesitaríamos más de 100 cuartillas a 12 puntos para mencionar los nombres de los gerentes de producción, asistentes de dirección y administradores. Más de cuatro mil empleos pagados no por partidos políticos, no por vendedores de jabón o de champús, quizá por los promotores de turismo de los seis países mencionados, pero sobre todo y mayoritariamente por los propios espectadores.

Y estamos hablando sólo de los empleos directos, habría cientos de miles más si consideramos las campañas para las que son contratados los actores, o los que subtitulan en docenas de idiomas. Juego de Tronos, por su morbo, porque nos hace vivir fantasías olvidadas, sea infantiles, sea de sueños eróticos o... por lo que sea, es hasta ahora la serie de televisión más ambiciosa de todos los tiempos.

La televisión es el gran negocio para iniciar el Siglo XXI, pero ya no para quien no sabe otra cosa que revolcar telenovelas como Simplemente María o La Mentira, para ellos ya solo quedan anunciantes con clientes muy pobres, económica, intelectual y culturalmente.






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