House of Cards y el calendario electoral en Estados Unidos

Diario de un Reportero

 
 
Ramsés Ancira

La cuarta temporada de House of Cards, la serie que cinco años antes cambió la forma de producir televisión en el mundo, está al aire. Es nuestro deber dar seguimiento a este programa del que ya hemos tratado en este reporteril diario, omitiendo todo lo posible las  referencias que le estropeen las sorpresas que depara la serie, pero basadas en hechos reales e históricos en buena parte.
 
La ira es uno de los sentimientos que mueve al voto. ¿Nos equivocamos en México cuando votamos por Vicente Fox Quezada para la presidencia de la República? A 16 años de distancia así parece: pero no lucía así a finales del Siglo XX cuando la prioridad ciudadana era terminar con la connivencia que percibíamos entre el partido en el poder y el crimen organizado. Sólo que después heredó la silla Felipe Calderón y con ella llegaron genocidios sin precedente, ni aún con el PRI, como ocurrió con los migrantes y pasajeros de San Fernando.
 
El conflicto económico que se presenta en la cuarta temporada de House of Cards se refiere a una crisis energética por falta de abasto de gasolina. No existe tal en este momento, es cierto, pero si ocurrió en 1973.
 
En aquel entonces los países árabes se unieron en protesta contra las naciones que apoyaron a Israel en la Guerra de los Seis Días, lo que provocó una crisis inflacionaria y escases de combustible en las gasolineras de Estados Unidos .
 
Con un electorado estadunidense que mayoritariamente solo piensa en su poder de consumo, provocar su ira o intentar detenerla es básico en una campaña presidencial. Cualquier semejanza con el discurso de Donald Trump no es mera  coincidencia.
 
Los primeros capítulos de la cuarta temporada de la serie  son buenos, pero es cuando empieza a dirigirlos la hermosísima rubia Robin Wright, cuando se vuelven superiores. Recordarán los televidentes de la tercera  temporada que algo estaba podrido no tanto en la Casa Blanca sino en la cama de la pareja presidencial.

En esta cuarta temporada se agregó al elenco la ganadora del Oscar por Réquiem por un Sueño, Ellen Burstyn, en el papel de Elizabet Hale, de manera que las relaciones de poder entre padres e hijos serán otra vertiente de la historia.

En México corrieron rumores de que Kate del Castillo protagonizaría una serie de Netflix que partiría de la premisa de una pareja presidencial, en la que la esposae dominaba la situación.

Los parámetros cibernéticos que usa Netflix para la cliometría (medición histórica, en este caso de los capítulos que más impresionan a los televidentes) deben haber dado cuenta que las relaciones entre los dos protagonistas, Claire y Francis Underwood, son los momentos que más gustan a los espectadores.


La protagonista de todos los capítulos y directora de muchos de ellos, Robin Wright
Parece que esos capítulos en los que predomina la historia de la relación de pareja, son los que mayormente dirige Robín Wright y lo hace de una forma que verdaderamente nos cautiva igual o en mayor medida que la historia de poder en sí misma.
 
Delante de las cámaras Claire Underwood sigue fascinándonos con sus vestidos de diseñador, su solemnidad e inteligencia; detrás de ellas, Robin Wright nos entusiasma con una dirección de capítulos que exigen la inteligencia del espectador porque la trama es poco explícita, deja mucho a la interpretación sicológica de los personajes por parte del espectador.
 
Los fanáticos de la serie, que queda justamente descrita si se le traduce en español como Castillo de Naipes, ya saben que pueden ver en dos o tres sesiones los 12 capítulos de la cuarta temporada. Puede ser así o pueden ir administrándolos mientras van ocurriendo las elecciones de republicanos y demócratas en los estados que integran la Unión Americana. Las campañas se cierran en la vida real el 14  de junio de 2016.
 
Entusiasma también ideológicamente el hecho de como se muestra de cabeza la bandera de Estados Unidos, con el recuadro de las estrellas hacia el suelo, pues en buena medida representa lo que no se ve detrás de las noticias que se difunden sobre la política del imperio.
 
Quizá para cuando lean estas líneas, muchos lectores ya hayan sido espectadores de la cuarta temporada completa. Como quiera la quinta temporada se prevé hasta 2017. Si tenemos suerte de vivir para verla, para entonces ya habrá tomado posesión la nueva o el nuevo presidente de los Estados Unidos. ¿Por primera vez un judío socialdemócrata como el señor Bernie Sanders? ¿Por primera vez una mujer, Hillary Clinton? ¿O un filonazi fascista que encarna la suma de todos nuestros miedos, Donald Trump?
 
No tememos equivocarnos si predecimos que los estadounidenses que siguen House of Cards tienen suficiente madurez para no votar por Trump, pero ¿y todos los demás?
 
De lo que se vea en la serie, pueden depender algunos puntos hacia arriba o hacia abajo de los resultados electorales en Estados Unidos. Así de importante. Nada más, pero tampoco nada menos. La televisión como manipuladora de nuestros sentimientos electorales está muriendo, pero la televisión en línea aún nos depara un futuro impredecible.
 
 


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